Hay tres pilares en los cuales podemos comenzar a construir una vida más placentera y estos pilares son los siguientes:
1. Aceptación de Uno Mismo: El Retorno al Sí Mismo
La aceptación de uno mismo implica un profundo reconocimiento de nuestras circunstancias y nuestra verdadera naturaleza, sin adornos ni autoengaños. Solo al confrontar nuestra sombra —aquellas partes de nosotros mismos que negamos o reprimimos— podemos alcanzar una auténtica integridad. Este proceso de autoevaluación nos lleva a reconciliarnos con lo que somos realmente, dejando de lado las ilusiones y expectativas irreales.
La aceptación de uno mismo, desde esta perspectiva, significa alinearse con nuestra mente interna. El reconocimiento y la reconciliación con nuestra verdadera naturaleza permiten una vibración mental coherente, lo cual se refleja en una realidad externa más armoniosa y auténtica. La autoaceptación, entonces, se convierte en un acto de sintonización mental, alineando nuestras percepciones y realidades internas con lo que pasa en realidad, sin maquillarla o engañarse.
2. Aceptación de los Otros: Realidad Objetiva y Relaciones
La aceptación de los otros, se centra en la capacidad de un adulto maduro para aceptar a sus familiares y seres cercanos tal como son, sin intentar cambiarlos para que se ajusten a sus expectativas. Esta aceptación nos ancla en la realidad objetiva y nos permite sanar y crecer a través de relaciones auténticas y genuinas.
Nuestras percepciones y actitudes mentales moldean la manera en que experimentamos a los demás. Aceptar a los otros tal como son implica, por tanto, una comprensión profunda de nuestras propias proyecciones mentales y cómo éstas afectan nuestras interacciones. Esta aceptación, entonces, no solo fortalece nuestras relaciones, sino que también refuerza nuestra conexión con nosotros mismos, Nos hace más conscientes de lo que es nuestro y no de los demás.
3. Tener un Objetivo al que Apuntar: Propósito y Creación Mental
La necesidad de tener un propósito significativo, algo que dé dirección y sentido a nuestra vida. Este propósito nos motiva a ser constructivos y a enfrentar desafíos de manera estimulante, promoviendo así el crecimiento y la autorrealización.
La mente, como principio generador, proyecta nuestras intenciones y deseos en la realidad, moldeándola según nuestras creencias y objetivos. Tener un objetivo claro al que apuntar no solo nos proporciona propósito, sino que actúa como una fuerza mental que nos enfoca de manera constructiva para crear una realidad que refleje nuestras aspiraciones y valores más profundos.
Por lo que puedes comenzar con Aceptarte, Aceptar a los demás y tener un Objetivo.