Cuando llega el sufrimiento

Cuando algo está tan mal o tienes un sufrimiento en el que piensas que no podrás superar, tu RESPUESTA te puede hacer SABIO o tu reacción puede envenenarte.


El sufrimiento pone una bifurcación frente a nosotros, donde debemos elegir si adquirimos sabiduría o nos amargamos. No es casualidad que, ante los hechos dolorosos de nuestras vidas, los textos sagrados están repletos de frases como “Señor, ten misericordia de mi”, tampoco es casualidad que la primera bienaventuranza es “Benditos son los pobres de espíritu”.
Por lo que muy probablemente el primer paso para la sanidad es tener un sentido interno profundo de “necesitar ayuda” externa. La fe no es un salto al vacío en contra de los datos fríos y duros de la realidad, la fe es un cálculo honesto de que nuestros recursos no son suficientes en la situación actual, por lo que ese mismo cálculo nos dice que debemos acercarnos en dirección a la persona que es capaz y desea brindarnos esa ayuda.


Pareciera que la cultura actual piensa que el sufrimiento, la angustia, la ira o la desesperanza son “soluciones” o la forma de lidiar con nuestras vivencias, pero las respuestas de ira más profundas, miedo y desesperanza son una traición a buscar SOLUCIONES MÁS PROFUNDAS, o DIFERENTES FORMAS DE PENSAR.


Debemos aprender a vivir de forma honesta frente a conflictos, problemas o maldad que sabemos que no se irán nunca, tal vez nunca sane ese familiar, tal vez esa persona que busca dañarnos nunca cambie, debemos también aprender a enfrentarnos a nuestra propia maldad a la luz de la misericordia y libres de juicio porque no estamos llamados a ejecutar sentencias sobre nosotros o los demás, más bien estamos llamados a tener misericordia y a pedir ayuda en la dirección correcta.


Mateo 20:30-32
Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?